Autodefensa

Introducción a la charla

Primero de todo, contextualicemos porqué hemos incluido esta charla dentro de las jornadas sobre la cultura de la seguridad, sin repetirnos en el concepto en sí que se ha hecho al inicio del este libro, y siendo más concretos en cuanto a la autodefensa se refiere.

La autodefensa también es algo que nos ayuda a conocer al enemigo (policía, fascistas, machistas, etc.) y conlleva una preparación física, estratégica y mental tanto en el ámbito personal como colectivo. Nos ayuda a estar preparados ante peligros y situaciones a las que nos vamos a enfrentar de forma consciente y elegida, porque incluso las que sean o parezcan fortuitas, suceden siempre dentro de un contexto más amplio que el hecho en sí, que las dota de un contenido inherentemente político. Por eso, el ámbito de la autodefensa implica conocer también al enemigo y cómo funciona, y nos permite saber también cómo funcionamos nosotros, que potencialidades y límites tenemos y cómo podemos combatirlo. Además, como cuestión importante está el hecho de no delegar algo tan importante en la policía, no permitirles actuar en este ámbito de nuestra vida les relega a un papel inservible y que obstaculiza nuestros objetivos. La policía nunca nos va a ayudar en nuestra defensa y autodefensa por la libertad y contra lo que nos oprime.

En un enfrentamiento físico en el que seamos agredidos o vayamos a agredir a alguien (siempre en un contexto y con una razón política y no para ejercer poder sobre nadie), la autodefensa es una herramienta más dentro de las múltiples que tenemos a nuestro alcance que muchas veces se tiene en un segundo o tercer plano en comparación con todo el resto de actividades y formaciones que hay a nuestro alrededor. Queremos equiparar la necesidad de tener unos conocimientos personales y colectivos que nos ayuden a salvaguardar nuestra integridad y la de los nuestros sin depender de la policía ni del aparato judicial a, por ejemplo, esa necesidad indebatible e indiscutible que se tiene en cuanto a asamblearse, crear discurso, generar propaganda, crear actividades y jornadas, pegar carteles, hacer comedores, convocar manifestaciones, etc. Esto pasa por tener en cuenta que tan importante es esto último como tener presente que el entrenamiento y todo lo asociado a la autodefensa (que no solo contempla la parte física porque, como hemos dicho, también es una herramienta estratégica que se puede desarrollar desde distintas posiciones) es igual de importante y además muy complementaria a lo demás, ya que la decisión de hacer alguna de las anteriores cuestiones mencionadas, hará que en algún momento de nuestra vida tengamos que aplicar la autodefensa para poder practicarlas o para defendernos por ponerlas en práctica.

Con esta charla, también se pretende hacer un llamamiento a la necesidad de adoptar estilos de vida un poco más saludables, menos sedentarios y más conscientes con nuestro cuerpo y los límites que a veces tenemos por no prestar atención a esta cuestión. Límites físicos, psicológicos y políticos pueden superarse cuando entendemos que nuestro cuerpo, nuestra preparación y nuestra integridad depende unicamente de cómo nos encontremos nosotros mismos y las personas y compañeros que tenemos a nuestro alrededor. Cuidarnos, prepararnos, prevenir y cuidar de nosotros y los nuestros también es autodefensa.

Por lo tanto, en resumen, tener conocimientos en este ámbito también suma a la cultura de la seguridad una parte fundamental para acudir con esa seguridad a un evento callejero complicado, a asumir ese riesgo con otra actitud y a controlar mucho mejor la situación. Y como decíamos, la cultura de la seguridad no es sólo “que no me pillen o que no me peguen” si no, salir lo mejor posible de estas situaciones, asumiendo las consecuencias y ofreciendo la mejor de nuestra actitud y de nuestro potencial como individuos y como grupo.

Si aprecias tu libertad, aprende a defenderla”.

PARTE 1

¿Qué es la Autodefensa?

En esta parte se va a definir lo que entendemos por “autodefensa” y cómo la definimos en comparación al concepto que tiene la Democracia sobre la “legítima defensa”.

Desde el ámbito político cultural anarquista, se podría definir la autodefensa como la idea que legitima la capacidad de defenderse a uno mismo y a los demás, individual o colectivamente como grupo, comunidad, sociedad, etc. de cualquier tipo de opresión, ya sea ésta inminente, prolongada en el tiempo o futura. La autodefensa es el concepto que legitima el uso de diferentes herramientas, como la acción directa o el sabotaje, entre ellas también se encuentra la controvertida “violencia”, para conseguir salvaguardar tu dignidad, igualdad, justicia, etc. en contraposición al monopolio de la violencia que tiene el Estado para atacar y en contraposición de la idea del diálogo, el pacto o la negociación ante situaciones de desigualdad a las que nos enfrentamos cada día.

Una característica importante que tiene la autodefensa es que una persona que oprime no puede practicar la autodefensa, si no que lo que hace, es oprimir. Es importante quién empieza, el contexto y el motivo. Que una persona se defienda de una agresión no le proporciona automáticamente la acción de autodefenderse, porque un policía puede defenderse de una agresión puntual de alguna persona pero siempre lo seguirá haciendo desde su posición de poder y opresión. También ocurriría lo mismo con un patrón que es agredido por un trabajador o un nazi que va por la calle y que en ninguno de los casos no son ellos quienes empiezan “la pelea”. El contexto que les acompaña a todos estos supuestos es la posición de poder y opresión que persé ya está ligada a esas personas y/o figuras.

También es importante puntualizar que es una responsabilidad que todos los que queremos ser libres debemos asumir. Si estamos contra todo, todo está contra nosotros y somos más propicios a tener un enfrentamiento o a sufrir una agresión puesto que sabemos a qué estamos y deberíamos de estar preparados para ello sin que medie ninguna institución. Esto nos otorga una responsabilidad importante sobre nuestra seguridad y la de los nuestros y nos ayuda a ser más consecuentes con lo que defendemos y pretendemos.

¿Qué defendemos?

Una seguridad y una firmeza que se pone a disposición del colectivo que nos impulsa a tirar hacia adelante ante situaciones que creemos injustas y ante las que queremos poner nuestro cuerpo.

¿De qué nos defendemos?

De la opresión, del poder, de la autoridad, de las injusticias… y es importante saber qué tipo de agresión es cada una para saber de qué manera es mejor y más estratégica defenderse o atacar (no es lo mismo una agresión policial, que una agresión de un nazi, que un desalojo, que una agresión en grupo, que una emboscada, etc.).

¿Cuándo nos defendemos?

En todo momento y en todos los ámbitos de nuestra vida:

Antes de la agresión como tal: es decir, atacando. Porque entendemos que ya existe esa agresión constantemente y entendiendo por agresión implícita el ámbito social en el que nos movemos, el trabajo, la familia, la autoridad policial, la burocracia, las instituciones, el fascismo callejero, etc.). “La mejor defensa es un buen ataque”.

– Durante la agresión: para pormenorizar los daños.

Después de la agresión: para responder ante un ataque previo.

¿Cómo nos defendemos?

Tenemos distintas herramientas, la principal el aprendizaje y la formación personal o colectiva, la autoorganizacion, la solidaridad o el apoyo mutuo (porque la autodefensa también se ejerce con personas que no conocemos o que no tenemos cerca, porque el objetivo no tiene que materializarse exactamente en la misma persona o figura de quien que partió la agresión, si no que puede contextualizarse en algo que abarque más y ser extensible en otros lugares del planeta que contribuyen o hayan contribuido a que esa agresión se haya producido).

La diferencia con el término de “legítima defensa”.

En derecho penal, la legítima defensa es “una causa que justifica la realización de una conducta sancionada penalmente, eximiendo de responsabilidad a su autor, y que en caso de cumplirse todos sus requisitos, permite reducir la pena aplicable a este último.” Es decir, puedes comer un acto ilícito (por ejemplo, una persona te pega y tu le pegas) pero si lo haces cumpliendo una serie de requisitos, puede haber una reducción de la pena o una omisión a través de unos supuestos muy concretos. Es decir, lo que pretende, es legalizar un instinto natural del ser humano cuando se encuentra en peligro.

La legítima defensa se apoya sobre dos pilares:

– Ha de ser individual y se centra en señalar que existe una necesidad de defensa del bien jurídico personal, algo que descarta la defensa de bienes jurídicos colectivos. Osea solo reconoce la legítima defensa personal o individual y no la colectiva o la solidaria, y hace alusión en muchos casos a bienes materiales y no tanto personales.

– Ha de ser una reacción a una agresión ilegítima. ¿Cómo se podría legitimar una agresión sin tener una posición de autoridad? ¿Quién podría justificarse ante la ley de haber cometido una agresión si no un policía o alguien vinculado de alguna forma al Estado o a alguna institución? (o con contactos).

Además sólo constituyen agresiones ilegítimas aquellas acciones tipificadas como tales, es decir, exclusivamente aquellas conductas recogidas en la legislación penal. Por ejemplo, el acoso escolar que ha existido siempre y contra lo que se debería de estar desde el principio, que desde que se ha incluido en el código penal, es cuando se acepta legal (y socialmente) que pueda existir una “legítima defensa” siempre bajo los supuestos anteriores: una acción circunstancial, concreta, individual, instantánea y siempre que peligre la vida de la persona.

También las agresiones que son consideradas válidas son las que se realizan por las personas, por lo que se eliminan entes, grupos, organizaciones, sistemas, etc. que agredan con su mera existencia o con actos que comenten bajo esa forma. Es decir, una empresa que despide o que tiene unas malas condiciones de trabajo hacia los trabajadores, no se la podría considerar agresora.

También requiere que sea instantánea, es decir, no contempla que si un día te agrede un nazi tu puedas ir a por él días después. La autodefensa, si lo contempla.

Habla de la proporcionalidad ante la agresión, es decir, que no puedes responder más fuertemente que lo que te pudiera pasar si no lo hicieras, es decir que no se revierta la balanza. La autodefensa si que comprende que se utilicen distintas fuerzas o herramientas ante una agresión que no sabemos como puede terminar.

También penaliza la preparación y la prevención, y en este ámbito, podría suponer más problema para una persona a nivel legal que está federada y tiene cinturones en algún arte marcial, verse envuelto en una agresión porque se puede llegar a considerar “agravante”.

También desde la legítima defensa lo que se hace es defender la ley, es decir, no hacemos valer el hecho de que una persona no te puede agredir porque esta mal o se ejerce desde una posición de poder (por ejemplo), si no, el que esa persona no puede cometer ese hecho porque es ilegal y está penado.

Dentro de las artes marciales regladas, lo que se entendería por “autodefensa” es el concepto comercial de “defensa personal”, que es una selección de artes marciales o de uno solo que te permite responder ante un hecho concreto para responder en ese momento. Se plantea desde un lugar de víctima y te prepara para defenderte y huir con el menor daño posible. Lógicamente nosotros tampoco vemos bien ensañarnos con nadie, torturar etc, pero no porque lo diga la ley si no porque va en contra de nuestros principio, pero lo que recalcamos en esta disciplina que se comercializa y vende en los gimnasios, es que guarda todas las similitudes a lo que la legítima defensa se refiere y no tanto a la autodefensa.

La autodefensa no solo entiende la parte física si no también, la estratégica y la mental. No solo contempla la parte personal, si no la colectiva. No solo entiende el cuerpo a cuerpo o el huir, si no el ayudar a un compañero desde otro lugar (avisar, esperar, proveer de material, acompañar, etc.) sumado a todo lo anteriormente dicho.

PARTE 2

Introducción a la parte 2

Antes de empezar queremos situar el discurso que se va a lanzar en estas lineas en un marco ideológico y emocional, por decirlo de alguna manera, y para ello se quiere dejar muy clara una postura profundamente antimilitarista. Como decían algunos, el Ejército no deja de ser una escuela de embrutecimiento de la chavalería, donde la sumisión, la obediencia ciega y la falta de empatía son absolutamente necesarias para su existencia, conductas a nuestro entender completamente antisociales y carentes de humanidad.

Por otro lado, la industria armamentística se hace de oro con cada bala usada, con cada persona muerta, dándome igual si es en el mercado negro o mediante ventas legales. Además, esto no deja de ser una herramienta para las élites capitalistas de la que se sirven para favorecer sus negocios en cualquier lugar del planeta, además de servir a ciertos megalómanos y carniceros para reforzar su ego y necesidades psicópatas.

La violencia (sin ningún contexto) puede generar sensaciones de ansiedad, asco y pena. Puede no gustar y hacer perder la fe en la humanidad, puede generar temblores y sentimientos de humillación, así que en principio es algo a evitar. Pero también debemos tener en cuenta que la violencia siempre tiene un contexto ya que la mayoría de las violencias parten de un sistema de valores basado en la obediencia, en la sumisión, en la autoridad y en los privilegios. Al fin y al cabo, es una herramienta que quienes ostentan la autoridad o los privilegios han usado, usan y no dudarán en usar para mantenerse en ese estatus y si, además, nos incluimos entre esa gente que pretende cambiar las cosas debemos ser, lo más posible, conscientes de que somos un objetivo de esa violencia, por lo que debemos estar lo mejor posible preparadas y formadas por lo que pueda ocurrir. Y es en este punto donde encontramos nuestro fluir en la violencia, y donde sin duda sentimos de forma cada vez más creciente esa necesidad de encontrar y trabajar una herramienta para hacer frente a esta violencia: la autodefensa.

Vamos a profundizar en esta herramienta de la autodefensa tratando de ir dibujando un mapa que nos ayude a explicar y a poner encima de la mesa una perspectiva que trasciende más allá de la mera violencia física, aunque siempre quede inserta en una violencia contextual. La intención con esta exposición es tratar de ir diluyendo los límites del concepto de autodefensa, tratar de resquebrajar sus límites para que su concepto y su práctica rebose todos nuestros espacios de lucha.

La autodefensa como parte de la naturaleza: el instinto de autopreservación

La autodefensa es un principio irrenunciable de todo ser vivo”

Quizás, si nos fijamos en los mecanismos de autodefensa de otros animales, nos sea más

fácil ir profundizando un poco más en el concepto. Los animales, por lo general lo primero que tienden es a prevenir la agresión, y en último término, si eso no es posible, utilizarán lo que tengan para defenderse.

Estos mecanismos pueden ser:

-Huir o esconderse: los más básicos y utilizados por todos los animales. Si algo me asusta/ataca me voy, o no paso por ahí. Para nosotros es el más instintivo.

-Distracción: algunas serpientes levantan su cola haciendo creer que es su cabeza para desviar la atención del depredador y así atacar por sorpresa. Algunos lagartos se desprenden de su cola para entretener al depredador o si se la atrapan, y poder huir.

-Camuflaje: el más conocido el caso del camaleón. Aunque también podrían incluirse aquí las cortinas de tinta que generan los pulpos o los calamares, disminuyendo la visibilidad del atacante, o incluso la zarigüeya que se hace la muerta.

-Disuasión: que consiste en utilizar mecanismos que hagan cesar el empeño del atacante de maneras diferentes. Por ejemplo, utilizando el mimetismo, algunas especies de serpientes y de mariposas, cambian su color pareciéndose a otras especies más peligrosas y tóxicas. También generando unas sustancias en la piel que provocan mal sabor como algunas ranas. Otras, como la mofeta, lanzan un líquido fétido. Otras emiten un sonido que las hace presentes como la serpiente de cascabel. También los gruñidos de muchos mamíferos, las armaduras como los caparazones de las tortugas o los pinchos del puercoespín también son elementos disuasorios; y otros, simplemente mantienen una actitud amenazante como la iguana, que levanta las escamas. O los perros, que erizan el pelo, o los osos que se hinchan colocándose sobre dos patas.

Por su parte, los pinchos, el veneno, la dureza de sus frutos o incluso la altura de sus ramas son en las plantas su mecanismo de autodefensa. El ser humano por su parte es capaz de generar anticuerpos cuando un virus lo ataca, tiene todo un sistema inmunológico. Incluso el propio planeta tiene su atmósfera que con sus distintas capas permite que no nos achicharre el Sol, o que se desvíen o se calcinen, por ejemplo, pequeños meteoritos.

Toda esta gama de formas de autodefensa desarrolladas por la Naturaleza, están basadas en el principio básico de autopreservación que tienen los organismos vivos.

Todos estos mecanismos que utilizan el resto de seres vivos, pueden ser utilizados también (a su manera) por el ser humano, por ejemplo: huir, esconderse o evitar ciertos sitios es la forma más instintiva que tiene el ser humano de evitar una agresión. Pero también dependiendo de en qué zona nos movamos o vistamos de una manera o de otra, adquirimos ciertas costumbres o incluso, llegado el caso, nos hacemos los muertos para camuflarnos. Por supuesto también utilizamos mecanismos de disuasión parecidos a los de los animales, una actitud decidida y una posición corporal erguida al caminar por la calle es una forma de disuadir, aguantar una mirada y tener una actitud amenazante es otra forma también de disuadir; si nos sentimos amenazadas, sacarnos mocos, quitarnos la cera del oído u olernos un sobaco lleno de pelos (o no) nos recuerda a los mecanismos de disuasión de las mofetas o las ranas; un policía armado, con escudo, porra, protecciones y demás, es una armadura andante que dan pocas ganas de intentar atacar, pero también si nos protegemos detrás de una valla o una puerta apuntalada, podemos conseguir disuadir a un agresor. Esta lista de mecanismos utilizados por los animales (humanos o no), son todos previos al combate, es decir, son mecanismos preventivos. Por lo tanto, la autodefensa no lleva necesariamente implícito un combate cuerpo a cuerpo.

El hecho de que todos los seres vivos hayan desarrollado mecanismos para la autopreservación defendiéndose así de amenazas internas y externas, hace que podamos pensar que la mera existencia implique la autodefensa, y serían las dos caras de una misma moneda. De ahí que sea considerado en algunos puntos del globo terrestre como un “principio irrenunciable para todo ser vivo”.

Autodefensa individual vs. Autodefensa colectiva

Los puntos donde podemos encontrar una mayor diferencia entre un concepto y otro quizás sea el hecho de que la defensa personal es un mecanismo de defensa individual y/o hacia una persona que no es activa en su propia protección. Es decir, quien protege es un sujeto activo, mientras que la persona protegida es un sujeto pasivo. Además, tanto quien protege como quien es protegido no pertenecen a una misma comunidad vivencial. Un ejemplo en este sentido es el del escolta de un empresario: el escolta protege y el empresario paga.

Por otro lado la autodefensa podría incluir una dimensión colectiva, grupos, manadas o comunidades que activamente practican el principio de autodefensa (cada miembro con sus tareas y practicando el apoyo mutuo en todo momento que sea posible), mientras que no necesariamente tienen que ejercer la defensa personal. Los ejemplos pueden ser todos los que se nos ocurran desde el de una manada de corzos empleando diversas estrategias de autodefensa para proteger a las crías de unos depredadores, la primera línea en las manifestaciones, a los Grupos de Autodefensa y las Guardias Comunitarias que tomaron las armas para defenderse de la violencia de los cárteles y de los paramilitares en México. Todas ellas, formas de autodefensa que no implican el uso de técnicas de defensa personal.

Ahora pongamos por caso que hay un grupo de trabajadores y trabajadoras que se declaran en huelga, deciden crear un bote común, organizar comedores populares, para afrontar los posibles gastos así como la ausencia de los jornales durante la huelga. Además, deciden hacer piquetes, reventar algún coche del jefe, enfrentarse a los esquiroles o incluso en ciertos contextos armarse frente al pistolerismo. Todas estas acciones, empezando por el mero hecho de declararse en huelga, son mecanismos de autodefensa que estos trabajadores y trabajadoras emplearán frente a un abuso o un ataque de la patronal. Incluso las respuestas de solidaridad que puedan existir por parte de las y los trabajadores de otros sectores frente a la represión que pueda sufrir esa huelga son formas de ejercer la autodefensa, como clase trabajadora, dándole así visibilidad a esa lucha y expresando calor y cariño a su gente.

Todo esto nos hace deducir que los límites del término autodefensa son difusos y hacen referencia a diversas realidades y contextos, mientras que la defensa personal parece tener unos límites mucho más claros y más cercanos al mero combate cuerpo a cuerpo.

Pero no nos engañemos, la autodefensa no deja de ser una actividad contextualizada en el conflicto, en la guerra o en el combate, dependiendo de a qué nos refiramos o como queramos hacerlo. Nos da igual que sea en la lucha de clases, en la guerra social, en el combate contra el fascismo, en la lucha por la abolición de privilegios sociales, en una lucha por la supervivencia o en defensa de la vida. La autodefensa siempre estará contextualizada en el conflicto.

Con todo esto podemos concluir que la “autodefensa” incluye más contextos, más realidades y más herramientas que la mera “defensa personal”, el cual sería un concepto más neutro.

La ética y la estética, la defensa de la vida y la teoría de la rosa

Si asumimos el concepto de autodefensa como el mecanismo de resistencia colectiva frente a amenazas externas que traspasa los límites de la defensa puramente física, debemos, creo, profundizar un poco más en algunas cosas.

A lo largo de la historia, y en la actualidad siguen ocurriendo genocidios étnicos, culturales y religiosos por numerosas razones, aunque la mayoría han sido y son alentados por el control de recursos, por intereses económicos o por reafirmar u obtener un status. El genocidio en Darfur, el genocidio en prácticamente toda américa latina, en Palestina, en el Sáhara, los yazidíes en el Kurdistán…

Desde el momento en el que nos sentimos parte (o se nos cataloga dentro) de una comunidad y/o un colectivo, las amenazas rebosan la individualidad para atacar a un grupo. Esto resulta bastante obvio pero se dice para seguir hilando: Al final, las agresiones machistas, racistas, fascistas, homófobas, tránsfobas, clasistas, etc. a pesar de sufrirlas individuos, el mensaje va dirigido a toda una condición o un grupo. Es importante entender esto porque cuando la represión (en cualquiera de sus formas) cae sobre compañeros y compañeras de distintos colectivos, aunque secuestran o matan individuos, lo que en el fondo están haciendo es atacar las condiciones, ideas, valores y prácticas por las que se lucha, una forma de entender el mundo y/o una forma de vivir. Así tratan de ahogar, desarticular y desorganizar luchas.

En la región del Kurdistán, en la que cohabitan numerosos pueblos y etnias, la revolución de Rojava ha conseguido superar la cuestión nacional generando un concepto de nación basado en la ética, donde las fronteras y el Estado han desaparecido como ese paraguas de lo común para dejar paso a una forma de comunalismo donde lo importante son los valores y la ética sobre los que se cimienta una sociedad. Volviendo al tema de las dos caras de una misma moneda, la existencia de esa ética, de ese espacio, de ese territorio, requiere de su autodefensa. Pero si vamos más allá, la propia ética, la propia práctica de esos valores y de esa forma de entender la sociedad es un acto de autodefensa en sí mismo pues la reafirma, la fortalece y la retroalimenta. En este sentido utilizan la metáfora de una Rosa. Hablan de la belleza, no en los estándares que nuestra sociedad ha terminado por normalizar, si no que encuentran una estética revolucionaria en los actos de calor y cariño, en el autogobierno de una comuna, en el abrazo de un/una compañera/o, en la confianza especial que se genera en esos procesos revolucionarios, en la personalidad revolucionaria, así como en el desarrollo de los propios procesos revolucionarios culturales, económicos, políticos, etc. de una sociedad organizada de abajo hacia arriba.

Ese anhelo de todo lo bello que hay en la Tierra, ese anhelo por la vida en el sentido más amplio de la palabra es lo que se ejemplifica en la flor. Pero para que la rosa sea rosa debe tener espinas, y las espinas no tienen sentido si no son parte de un mecanismo de autodefensa para la preservación de la planta. Las dos caras de una misma moneda.

Nuestra amenaza, como decíamos antes, no es sobre un territorio, sobre un Estado, por cuestiones étnicas o por cuestiones religiosas. Al final, los y las anarquistas, parafraseando a Durruti, “llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones”. La existencia de ese mundo, esa concepción de la vida de un ser humano verdaderamente libre y en paz basada en los valores de la libertad responsable, la solidaridad, el apoyo mutuo, la fraternidad de los pueblos, la toma del monto, la producción en común, la colectividad, etc. es una de las caras de la moneda que decíamos al principio, es nuestro territorio y su defensa, la otra cara: hoy a puñetazos pero también con propaganda, con acción directa, con piquetes, con sororidad, con conciencia de clase, con huchas colectivas, con redes de apoyo mutuo y solidaridad, y siempre, con organización. Es la manera en la que podemos extender y defender nuestras ideas, valores y prácticas hoy, mañana ya veremos.

Debemos ser conscientes: creernos y apostar por nuestros sueños implica que antes o después vendrán a por nosotros (lo hacen incluso cuando no nos los creemos). Integrar, aprender y generar nuevos mecanismos de autodefensa de forma colectiva es un proceso largo que requiere de constancia, esfuerzo y sacrificio… (Bueno, ¿y qué no?). Adaptar nuestro acondicionamiento físico para afrontar según qué situaciones; mantener una formación permanente; integrar esa cultura de la seguridad en nuestros espacios; sentarse a hablar y a pensar sobre objetivos, tácticas para defender un espacio y estrategias a medio plazo para ampliarlo; medir nuestras fuerzas de vez en cuando; ser conscientes de que aunque formemos parte de lo mismo no es necesario que todo el mundo asuma el mismo papel; recuperar la iniciativa en el combate; y todo lo que se nos ocurra en este sentido, es parte de nuestra autodefensa.